lunes, 9 de abril de 2012

Corto Relato de una Meditación.




Al  llegar al  bosque, todo y cada una de sus partes me llamaba la 

atención: el árbol, la hoja, el ave, la brisa.

Cada parte era conceptualizada por mi mente, era asimilada desde 

el pensar.

La línea ya instalada y probada esperaba indiferente a mis 

temores, a mi duda, a mi esfuerzo por alcanzar la 

unión en el momento presente.

El primer cruce, algo espasmódico. Crucé pensando.

Segundo cruce, algo pasó. 

Como si  un botón hubiese sido presionado. Todo pensar cesó.

Mi respiración era profunda, muy profunda ( so , ham; so ham).

Y todo se convirtió en todo, en flujo ininterrumpido. Uno con cada 

paso, con cada  soplo de brisa,  el sonido 

del bosque era mi sonido, el palpitar de mi corazón fue el canto de 

las aves.

Dejé de ser yo, para ser YO, para ser parte de todo, del todo.

Recogí la línea y a mis 51 años, me sentí niño. No pude dejar de 

sonreír mientras caminaba de regreso a 

casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario