La muerte es nuestra eterna y más fiel compañera y como se puede leer en los libros de Carlos Castaneda “la muerte está a la distancia de un brazo…”
La muerte es algo inexorable, un hecho que nos alcanzará a todos sin distingo de credos, posiciones económicas o políticas pero es algo que evitamos en lugar de tratar de comprender. Vivimos nuestra vida mirando a otro lado, tratando de tapar el sol con un dedo y, en mi opinión, perdiendo un valioso tiempo que sirve para prepararnos.
De entrada debo manifestar que veo la muerte como un transito, somos energía y la energía ni se crea ni se destruye.
En casi la totalidad de las escuelas de misterio, la muerte es usada en los ritos iniciáticos y, de la misma manera, ha sido usada con el mismo fin en culturas originarias.
En la cultura egipcia tenía gran importancia: “Para el pensamiento egipcio, en el momento de la muerte es donde el hombre afronta la realidad inexorable: está solo frente a sus actos y a sus jueces, y es él quien debe iniciar la transmutación que hará de su alma luminosa un sol naciente”.
"En el escenario de los ritos iniciáticos -escribe M. Eliade-, la 'muerte' corresponde al retorno temporal al 'caos'; es la expresión ejemplar del fin de un modo de ser: el de la ignorancia y la irresponsabilidad infantil. La muerte iniciática hace posible la tabula rasa sobre la que vendrán a inscribirse las revelaciones sucesivas, destinadas a formar un hombre nuevo (...) Las imágenes y símbolos de la muerte ritual recuerdan la germinación, la embriología: indican que una nueva etapa de la vida está preparándose”.
Es un hecho todo rito de iniciación es un rito de muerte.
La muerte simbólica abre la posibilidad de morir para un estado de conciencia y nacer para otro estado superior. Alice Bailey habla en sus libros de la resurrección como iniciación propiamente dicha; también las escuelas místicas cristianas, tales como los rosacruces hablan del símbolo de la cruz y la consiguiente resurrección de Cristo como un acto de iniciación superior. Max Heindel hacía hincapié en ese glorioso momento.
Una parte importante es, y era, la muerte, dentro del contexto iniciático.
La realidad ha cambiado con el paso de los tiempos, pero la necesidad del Hombre de buscar, de buscarse, de sumergirse en el océano profundo de la conciencia se mantiene intacta.
Algo ha pasado con los avances tecnológicos y con nuestra dinámica actual de vida y es que vivimos la vida como si fuéramos eternos. Es una paradoja, el desafío a la muerte y el temor a morir es lo que signa parte de estos nuevos tiempos: nos encontramos apersonas que rompen las limitaciones humanas usando máquinas a motor pero estas mismas personas temen morir.
En realidad, podemos confrontarnos con este temor a la muerte que nos hace inseguros y vulnerables, y no estoy diciendo que debamos deliberada e irresponsablemente buscar la muerte, solo apunto que podemos confrontar esa realidad que nos alcanzará en cualquier momento. Los Budistas suelen decir: “Nadie sabe que llegará primero, el mañana o la muerte”.
Tampoco debemos hacer de este tema algo obsesivo, una comprensión adecuada de este aspecto puede quitarnos mucho peso de encima y hacernos más ligero para asumir una vida más libre y más creativa.
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