Ya le di los últimos retoques a la línea. El sistema para fijarla, tratándose de una altura media, funciona y ahora todo está dentro de mi cabeza.
Una línea alta, lo que conocemos como Highlining es aquella instalada a más de 10 metros; las líneas instaladas entre a alturas entre 4 a 10 metros son conocidas como midlining.
Exige mucho de nuestra parte mental. Días u horas antes de instalarla comienza una tormenta mental que va creciendo y que solo se apacigua cuando hacemos el cruce.
Mentalmente reviso todo, reviso como instalaré la línea, como la aseguraré, reviso el leach, como me ataré a este, repaso todo, los movimientos de la montada, la caminata, cada paso. No obstante sé que todo se ve diferente una vez tienes la línea tensada y estás a punto de montarte, todo cambia.
Yo siento que una de las cosas que debo evitar es pensar demasiado sobre el asunto.
Esto es simple, esta allí y nada de lo que piense cambiará lo que en el momento del cruce deba sentir. Luego sé, que el juego mental puede ser contraproducente, incluso la visualización puede ser algo que nos produzca un shock ya que lo que visualizamos no es lo que vamos a enfrentar.
Y, esto me hace sentir motivado, porque se trata de presente. Ir, instalar la línea y enfrentarse en el sitio con toda esa amalgama de sensaciones y sentimientos.
Sobreponerse a las dudas, a los temores, perseverar, mantenerse enfocado.
El midlining como el highlining consiste en romper las propias limitaciones, ir más allá de una pared que la mente construye y que he experimentado muchas veces, la cual te paraliza e impide el próximo paso. El fallar, constituye un elemento importante a tomar en cuenta: este puede incrementar tus temores, tus dudas, engrosar la “pared” mental y hacerla más difícil de pasar. Pero, también, es un elemento que estará presente de seguro y podemos aprovecharlo para afinar nuestra voluntad y nuestra perseverancia: un paso a la vez para sobreponernos a todo lo que impide el cruce.
Me tomé estos días sin mucha expectativa, tratando de mantenerme. mentalmente, alejado del slackline- Anoche me fui a la cama temprano, no quería hacerme expectativas sobre el día de hoy, no obstante, mi subconsciente si estuvo activo. Soñé que colgaba del leach después de haberme caído. Me desperté un par de veces, para hacerme conciente de mi estado, a la final pude dormirme y soñar otras cosas.
Subí un poco tarde, llegué al sitio e instalé la línea con mucha calma, la aseguré cuidadosamente y me di unos tres pegues. Faltaba relajarme, abstraerme de los ladridos de unos perros que se encontraban lejos. Una fuerte brisa mueve toda la vegetación, el sol penetra de repente en el follaje y todo se ve magnífico.
Me monto y comienzo a cruzar, me concentro en estar relajado, mi expiración es profunda, noto algo de tensión en mi pierna izquierda, la relajo y continúo. Un paso tras otro y progresivamente se va a cercando el extremo de la línea. Me bajo y en una mezcla de sentimientos, me reprendo a mi mismo.
Me regreso y descanso un poco para volver a cruzar. Esta vez, más relajado me disfruto este corto cruce, mi cadera zigzaguea, siento mis pies apoyarse firmemente sobre la pulgada de línea que tengo debajo.
Paz, serenidad, vacío.
Recojo todo. Nada es como imaginamos que será. Y nuestras dudas, nuestros temores, no tienen vida propia, somos nosotros mismos quienes alimentamos estos sentimientos.

Una línea alta, lo que conocemos como Highlining es aquella instalada a más de 10 metros; las líneas instaladas entre a alturas entre 4 a 10 metros son conocidas como midlining.
Exige mucho de nuestra parte mental. Días u horas antes de instalarla comienza una tormenta mental que va creciendo y que solo se apacigua cuando hacemos el cruce.
Mentalmente reviso todo, reviso como instalaré la línea, como la aseguraré, reviso el leach, como me ataré a este, repaso todo, los movimientos de la montada, la caminata, cada paso. No obstante sé que todo se ve diferente una vez tienes la línea tensada y estás a punto de montarte, todo cambia.
Yo siento que una de las cosas que debo evitar es pensar demasiado sobre el asunto.
Esto es simple, esta allí y nada de lo que piense cambiará lo que en el momento del cruce deba sentir. Luego sé, que el juego mental puede ser contraproducente, incluso la visualización puede ser algo que nos produzca un shock ya que lo que visualizamos no es lo que vamos a enfrentar.
Y, esto me hace sentir motivado, porque se trata de presente. Ir, instalar la línea y enfrentarse en el sitio con toda esa amalgama de sensaciones y sentimientos.
Sobreponerse a las dudas, a los temores, perseverar, mantenerse enfocado.
El midlining como el highlining consiste en romper las propias limitaciones, ir más allá de una pared que la mente construye y que he experimentado muchas veces, la cual te paraliza e impide el próximo paso. El fallar, constituye un elemento importante a tomar en cuenta: este puede incrementar tus temores, tus dudas, engrosar la “pared” mental y hacerla más difícil de pasar. Pero, también, es un elemento que estará presente de seguro y podemos aprovecharlo para afinar nuestra voluntad y nuestra perseverancia: un paso a la vez para sobreponernos a todo lo que impide el cruce.
Me tomé estos días sin mucha expectativa, tratando de mantenerme. mentalmente, alejado del slackline- Anoche me fui a la cama temprano, no quería hacerme expectativas sobre el día de hoy, no obstante, mi subconsciente si estuvo activo. Soñé que colgaba del leach después de haberme caído. Me desperté un par de veces, para hacerme conciente de mi estado, a la final pude dormirme y soñar otras cosas.
Subí un poco tarde, llegué al sitio e instalé la línea con mucha calma, la aseguré cuidadosamente y me di unos tres pegues. Faltaba relajarme, abstraerme de los ladridos de unos perros que se encontraban lejos. Una fuerte brisa mueve toda la vegetación, el sol penetra de repente en el follaje y todo se ve magnífico.
Me monto y comienzo a cruzar, me concentro en estar relajado, mi expiración es profunda, noto algo de tensión en mi pierna izquierda, la relajo y continúo. Un paso tras otro y progresivamente se va a cercando el extremo de la línea. Me bajo y en una mezcla de sentimientos, me reprendo a mi mismo.
Me regreso y descanso un poco para volver a cruzar. Esta vez, más relajado me disfruto este corto cruce, mi cadera zigzaguea, siento mis pies apoyarse firmemente sobre la pulgada de línea que tengo debajo.
Paz, serenidad, vacío.
Recojo todo. Nada es como imaginamos que será. Y nuestras dudas, nuestros temores, no tienen vida propia, somos nosotros mismos quienes alimentamos estos sentimientos.


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