domingo, 26 de febrero de 2012

CAMBIOS

"la mente encuentra seguridad en los hábitos al decir “mi familia, mis hijos, mi casa, mis muebles”. Cuando decimos “mis muebles”, somos esos muebles. Usted podrá reír, pero cuando le quitan esos muebles que ama, se irrita, porque usted es esos muebles, esa casa, ese dinero, esa bandera. Vivir así no es sólo vivir una vida superficial y tonta, sino que implica vivir en la rutina y el aburrimiento. Y cuando se vive en la rutina y el aburrimiento, la violencia es inevitable".J Krishnamurti


Una fuente, segura y efectiva, de todos nuestros  problemas es el asumir que todo es estable, cierto e inmutable. Lo material y lo afectivo se encumbran como hitos inamovibles en nuestras vidas y establecemos unos lazos muy fuertes de dependencia con la cosa. Siendo que la cosa es cambiante, es móvil, es fluctuante, constantemente destinamos una gran parte de nuestro escaso y preciado tiempo de vida a sostener, a mantener a la cosa como queremos, como mejor nos funciona.

Ante cualquier cambio, en el estado o situación de la cosa, sobreviene la angustia, el temor, la duda, la depresión.

Ud. se levanta, compra el diario, se desayuna viendo el diario, luego saca a su mascota, luego sale con su familia, luego se sienta frente al televisor por horas. Esto es una rutina muy común en los días de descanso de mucha, muchísima gente. Y no está mal, pero si dentro de nosotros esta rutina la asumimos con inmutable, si asumimos que siempre debe ser y será así, no solo el aburrimiento nos tocará la puerta, sino que no estaremos desarrollando la capacidad de adaptarnos a los cambios.

Al no desarrollar esta capacidad de adaptarnos a los cambios, se genera en nosotros, no solo el aburrimiento sino, además, el germen de la violencia en tanto queremos mantener todo como está y como nos funciona a toda costa. En este sentido, la violencia comienza a actuar en nosotros y contra nosotros y luego, extrapolamos, proyectamos esta violencia al mundo circundante.

Nada ni nadie es eterno. Todo se mueve, todo cambia, nada es estático.

Entonces, de allí la necesidad de buscar ese balance (interno) a través de las muchas técnicas y filosofías que existen. Nos embarcamos en innumerables cursos, en el aprendizaje de diversas técnicas que, siempre que sean más exóticas, más nos atraerán de seguro.

Al dar todo por garantizado, cometemos uno de nuestros peores errores.

Cuando eso, esa cosa, a la cual le dimos esa característica, esa “garantía” de  siempre estar y ser cambia, se va, desaparece, se mueve, nos encontramos en una suerte de vacío: esa cosa “firme” a la cual atábamos nuestra vida, no está y entramos en una deriva.

Si todo cambia, si todo se mueve segundo a segundo, ¿Por qué los métodos y técnicas a las recurrimos para encontramos, para encontrar ese balance interno tienden a ser, casi siempre, prácticas que inducen a lo estático? .

Si buscamos el balance es porque existe desbalance. Si nos percatamos del hecho de que todo cambia segundo a segundo, entenderíamos que el estar atentos, integralmente atentos a estos cambios, nos haría capaces de darnos cuenta y nos sugeriría, en consecuencia, la necesidad de la generación de adaptaciones constantes.

“Atención” implica atender, o sea, escuchar, oír, ver con la totalidad de nuestro ser, con nuestro cuerpo, nuestros nervios. En esa atención total -en la cual no hay división- ustedes pueden hacer cualquier cosa, y en esa atención no hay resistencia" J . Krishnamurti

Cuando nos concentramos en mantener la cosa tal y como está, como nos gusta, como nos funciona, tontamente estamos tratando de detener la rueda del tiempo e inexorablemente, debe generarse fricción, conflicto. Por el contrario, si desarrollamos esa atención, ese sentido de sentirnos y de sentir todo, segundo a segundo, en sus cambios, en sus fluctuaciones y nos integramos a ese flujo  adaptándonos, es imposible que se genere caos, que se genere conflicto, que se genere fricción.

“Vibración. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra”.
“Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”.


De todas estas reflexiones, surge mi asidua práctica del slacklining. Lo asumo como una metáfora de la vida ya que, para mí, la vida es el transitar por una cuerda floja.  Vivir implica estar vivos, y estar vivos implica el estar atentos.

Si estamos atentos, podríamos evitar muchas de nuestras desgracias, muchos de nuestros problemas y evitándolos aunaríamos esfuerzos por mitigar las desgracias que nos rodean, porque nosotros somos el mundo, nosotros somos el entorno, tu y yo somos lo mismo.

Y es ahora, cuando me convenso que para estar en la vida no hay que estar concentrados sino atentos, abiertos, despiertos, algo similar a cuando se estás sobre la cuerda floja ( slackline).

En el slacklining si caes, te levantas y vuelves a la línea, esto es casi inmediato. ¿Por qué en la vida, cuando tenemos un tropiezo pasamos por largos períodos de inacción, de parálisis, de dolor, cuando deberíamos digerirlos como lo que son: cambios, solo cambios?

La vida es una cuerda floja.



Nos vemos en la línea, nos vemos en la vida.

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