Mucho se ha
escrito y hablado sobre la atención plena. Me preocupa bastante el hecho que
casi todos los artículos referidos a este tema se ilustran con personas
ensimismadas, con personas abstraídas o sentados con las piernas cruzadas al
estilo Zen.
Mi preocupación
radica en el ¿para que estar atentos?. Existe un contexto social que no arropa
a todos, en todas partes de este planeta y se caracteriza por la exacerbación de la Violencia. De muy poco nos
sirve predicar Ahimsa, porque toda vida es relación y muchas veces, podremos
ser pacíficos, pero una agresión no depende en su totalidad de nosotros.
Los tiempos
exigen de la contextualizacion de las prácticas, de las filosofías. Hacerlas
útiles, eficientes, traerlas a nuestro contexto temporal y espacial y sacar de
ellas los mejores beneficios.
En esta sociedad
, violentamente globalizada cometemos muchos errores que facilitan el que
seamos victimizados y pasemos a ser parte d las estadísticas del crimen, de la
violencia:
- El primer error común que cometemos es creer que los motivos por los que alguien ataca a sus semejantes solo pueden ser entendidos por un psicólogo profesional. Seamos honestos, ¿de qué nos sirve entender por qué alguien amaneció con la imperiosa necesidad de apuñalar a su vecina?
- El segundo error común que cometemos es creer que como ya sabemos algo de técnica (karate, box, etc) ya estamos en igualdad de circunstancias con el atacante. Esto, una vez más, se deriva de la ilusión del control: de creer que el resultado de un ataque dependerá de nosotros.
- El tercer error es creer "pobre del que me ataque a mi, yo soy peor que él". No, no lo somos a menos que seamos sociópatas, criminales convictos o miembros del congreso. Estamos hablando de gente que ha perdido por completo el respeto a los demás y está dispuesto a hacer lo que sea por obtener lo que necesita, ya sea dinero para las medicinas de su hijo enfermo o matar a sus hijos porque las voces les dijeron que es la única manera de liberarlos del demonio. A menos que estemos en esas circunstancias, jamás seremos peores que ellos y siempre estaremos del lado de las presas.
- El cuarto error es creer que todos los atacantes son iguales y por lo tanto tenemos una fórmula general para salir de cualquier problema. Es imposible predecir lo que va a pasar con un atacante en una situación volátil y cuando nos vemos enfrentados con algo así nuestras reacciones van a ser procesadas en cuestión de milisegundos, sacando un promedio entre nuestros conocimientos al respecto y nuestros instintos básicos de supervivencia.
Podrían seguirse
enumerando errores que cometemos, como los de mantener una rutina mecánica en
nuestro día a día, circular por espacios que sabemos son peligrosos y pensar que nada nos pasará porque lo que
pasa les pasa a otros. Portar armas y creernos una suerte de rambo todo
poderoso con capacidad par aniquilar a todo aquel que se atreva a agredirnos,
etc.
El predador es
una persona como Ud. y como yo, debo aclarar que esto es así de manera general.
Lo que hace que cruce la línea son aspectos que no tienen ningún paralelo en
personas decentes y estructuralmente bien formadas.
El depredador se
toma su tiempo para analizar a sus posibles victimas, sabe por “instinto”
detectar a potenciales victimas, cuando actúa ciertamente tiene varios aspectos
de su lado: el factor sorpresa, la información que ha obtenido de la victima y
que es proporcionada por la propia victima (gestualidad, manera de caminar,
estado de distracción, etc) y un plan.
La victima tiene
el factor sorpresa en contra, le ha dado toda la información necesaria para que
el predador le haya escogido como su victima y nunca tiene un plan. En este
sentido, es poco lo que se puede hacer.
Ahora ¿qué es lo
que sí debemos saber de un depredador humano?
1. No quiere un reto.
2. Tiene miedo (no de nosotros, ojo, sino de que las cosas no le salgan como planeó) y eso lo hace más peligroso aún. A lo mejor no tenía la intención de soltar un plomazo, pero por el miedo su cuerpo reaccionó mal.
3. Busca un perfil de víctima que se puede definir como "indefensa": jóvenes, viejos, débiles o distraídos.
1. No quiere un reto.
2. Tiene miedo (no de nosotros, ojo, sino de que las cosas no le salgan como planeó) y eso lo hace más peligroso aún. A lo mejor no tenía la intención de soltar un plomazo, pero por el miedo su cuerpo reaccionó mal.
3. Busca un perfil de víctima que se puede definir como "indefensa": jóvenes, viejos, débiles o distraídos.
El depredador no
nos atacará cuando no le conviene, así que es mejor hacer que nunca le
convenga. En el caso de alguien de la vida cotidiana, hay que escuchar al instinto
que para eso lo tenemos. Si alguien nos parece sospechoso, hay que observarlo
con más detenimiento y lo más probable es que se ponga en evidencia solo.
¿Dónde entra la Atención Plena ?.. La atención
plena no es abstracción, no es encerrarse en una esfera psíquica y alejarse del
mundo que nos rodea. Es precisamente lo contrario, es desarrollar ese sentido
de sentirse y de sentir. Estar atentos es ser capaz de captar la mayor cantidad
de detalles e información de nosotros mismos y del entorno donde accionamos. El
hecho de estar plenamente atentos ya, de por si, nos otorga un cambio en
nuestra postura, en nuestra gestualidad, en nuestra manera de caminar. Es como
observar a un gato, el cual siempre está relajado, aparentemente siempre
distraído pero que generalmente es muy
difícil de ser sorprendido.
A manera de
ilustración, comentaré una anécdota: acompañaba a un amigo, Alvaro Ovalles, por
la autopista Francisco Fajardo. A la altura del Jardín Botánico, nos
encontramos con la habitual cola, y por supuesto con los habituales arrebatotes
de los que son victimas los conductores. Alvaro observó la actitud sospechosa
de una persona, quien caminaba entre las filas de autos, escudriñando a cada
uno. Una vez que me llama la atención para que observara al sujeto, ambos lo
miramos, lo observamos. En el momento que este sujeto se vio observado por
ambos, cambio la dirección no sin antes haber tenido un gesto de sorpresa, de
“me pillaron”. Acto seguido, el sujeto tomó otra dirección.
La atención
plena, antes que darnos la tan ansiada “Iluminación”, tan vendida, tan
publicitada en este feroz marketing espiritualoide, debe darnos recursos que
nos permitan manejarnos en nuestro
contexto espacial y temporal.
Atención plena
es DESPERTAR, DESPERTARSE tanto para uno como para el entorno. No es, por el
contrario, volverse una persona abstraída, distraída. Es estar relajados pero
atentos, es estar como los gatos. No es andar paranóicos, con los nervios de
punta en todos los lugares donde accionemos. Es sencillamente estar, ESTAR y
SER, con el nivel de atención adecuada que nos permita captar la mayor
información del mundo que nos rodea. Tristemente, vivimos tiempos de violencia,
que no son nuevos, que vienen desde tiempos inmemoriales, pero la verdad es que
nos hacemos cómplices, colaboradores en tanto y en cuanto brindamos nuestra
distracción, nuestra poca atención para que estos actos violentos nos alcancen.
Atención Plena,
Ser y estar, despiertos en el segundo a segundo, en el minuto a minuto, nos
brindará una herramienta para mitigar las posibilidades de convertirnos en
victimas.
Como todo, no es
una panacea, pero por algo podemos empezar.
Así que , como
dicen, PONTE LAS PILAS Y #APAGAELAUTOMÁTICO
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