sábado, 21 de julio de 2012

Atención Plena. ¿Para que?


Mucho se ha escrito y hablado sobre la atención plena. Me preocupa bastante el hecho que casi todos los artículos referidos a este tema se ilustran con personas ensimismadas, con personas abstraídas o sentados con las piernas cruzadas al estilo Zen.
  
Mi preocupación radica en el ¿para que estar atentos?. Existe un contexto social que no arropa a todos, en todas partes de este planeta y se caracteriza por  la exacerbación de la Violencia. De muy poco nos sirve predicar Ahimsa, porque toda vida es relación y muchas veces, podremos ser pacíficos, pero una agresión no depende en su totalidad de nosotros.

Los tiempos exigen de la contextualizacion de las prácticas, de las filosofías. Hacerlas útiles, eficientes, traerlas a nuestro contexto temporal y espacial y sacar de ellas los mejores beneficios.

En esta sociedad , violentamente globalizada cometemos muchos errores que facilitan el que seamos victimizados y pasemos a ser parte d las estadísticas del crimen, de la violencia:

  • El primer error común que cometemos es creer que los motivos por los que alguien ataca a sus semejantes solo pueden ser entendidos por un psicólogo profesional. Seamos honestos, ¿de qué nos sirve entender por qué alguien amaneció con la imperiosa necesidad de apuñalar a su vecina?
  • El segundo error común que cometemos es creer que como ya sabemos algo de técnica (karate, box, etc) ya estamos en igualdad de circunstancias con el atacante. Esto, una vez más, se deriva de la ilusión del control: de creer que el resultado de un ataque dependerá de nosotros.
  • El tercer error es creer "pobre del que me ataque a mi, yo soy peor que él". No, no lo somos a menos que seamos sociópatas, criminales convictos o miembros del congreso. Estamos hablando de gente que ha perdido por completo el respeto a los demás y está dispuesto a hacer lo que sea por obtener lo que necesita, ya sea dinero para las medicinas de su hijo enfermo o matar a sus hijos porque las voces les dijeron que es la única manera de liberarlos del demonio. A menos que estemos en esas circunstancias, jamás seremos peores que ellos y siempre estaremos del lado de las presas.
  • El cuarto error es creer que todos los atacantes son iguales y por lo tanto tenemos una fórmula general para salir de cualquier problema. Es imposible predecir lo que va a pasar con un atacante en una situación volátil y cuando nos vemos enfrentados con algo así nuestras reacciones van a ser procesadas en cuestión de milisegundos, sacando un promedio entre nuestros conocimientos al respecto y nuestros instintos básicos de supervivencia.

Podrían seguirse enumerando errores que cometemos, como los de mantener una rutina mecánica en nuestro día a día, circular por espacios que sabemos son peligrosos  y pensar que nada nos pasará porque lo que pasa les pasa a otros. Portar armas y creernos una suerte de rambo todo poderoso con capacidad par aniquilar a todo aquel que se atreva a agredirnos, etc.

El predador es una persona como Ud. y como yo, debo aclarar que esto es así de manera general. Lo que hace que cruce la línea son aspectos que no tienen ningún paralelo en personas decentes y estructuralmente bien formadas.

El depredador se toma su tiempo para analizar a sus posibles victimas, sabe por “instinto” detectar a potenciales victimas, cuando actúa ciertamente tiene varios aspectos de su lado: el factor sorpresa, la información que ha obtenido de la victima y que es proporcionada por la propia victima (gestualidad, manera de caminar, estado de distracción, etc) y un plan.

La victima tiene el factor sorpresa en contra, le ha dado toda la información necesaria para que el predador le haya escogido como su victima y nunca tiene un plan. En este sentido, es poco lo que se puede hacer.

Ahora ¿qué es lo que sí debemos saber de un depredador humano?
1. No quiere un reto.
2. Tiene miedo (no de nosotros, ojo, sino de que las cosas no le salgan como planeó) y eso lo hace más peligroso aún. A lo mejor no tenía la intención de soltar un plomazo, pero por el miedo su cuerpo reaccionó mal.
3. Busca un perfil de víctima que se puede definir como "indefensa": jóvenes, viejos, débiles o distraídos.

El depredador no nos atacará cuando no le conviene, así que es mejor hacer que nunca le convenga. En el caso de alguien de la vida cotidiana, hay que escuchar al instinto que para eso lo tenemos. Si alguien nos parece sospechoso, hay que observarlo con más detenimiento y lo más probable es que se ponga en evidencia solo.

¿Dónde entra la Atención Plena?.. La atención plena no es abstracción, no es encerrarse en una esfera psíquica y alejarse del mundo que nos rodea. Es precisamente lo contrario, es desarrollar ese sentido de sentirse y de sentir. Estar atentos es ser capaz de captar la mayor cantidad de detalles e información de nosotros mismos y del entorno donde accionamos. El hecho de estar plenamente atentos ya, de por si, nos otorga un cambio en nuestra postura, en nuestra gestualidad, en nuestra manera de caminar. Es como observar a un gato, el cual siempre está relajado, aparentemente siempre distraído  pero que generalmente es muy difícil de ser sorprendido.

A manera de ilustración, comentaré una anécdota: acompañaba a un amigo, Alvaro Ovalles, por la autopista Francisco Fajardo. A la altura del Jardín Botánico, nos encontramos con la habitual cola, y por supuesto con los habituales arrebatotes de los que son victimas los conductores. Alvaro observó la actitud sospechosa de una persona, quien caminaba entre las filas de autos, escudriñando a cada uno. Una vez que me llama la atención para que observara al sujeto, ambos lo miramos, lo observamos. En el momento que este sujeto se vio observado por ambos, cambio la dirección no sin antes haber tenido un gesto de sorpresa, de “me pillaron”. Acto seguido, el sujeto tomó otra dirección.

La atención plena, antes que darnos la tan ansiada “Iluminación”, tan vendida, tan publicitada en este feroz marketing espiritualoide, debe darnos recursos que nos permitan manejarnos  en nuestro contexto espacial y temporal.

Atención plena es DESPERTAR, DESPERTARSE tanto para uno como para el entorno. No es, por el contrario, volverse una persona abstraída, distraída. Es estar relajados pero atentos, es estar como los gatos. No es andar paranóicos, con los nervios de punta en todos los lugares donde accionemos. Es sencillamente estar, ESTAR y SER, con el nivel de atención adecuada que nos permita captar la mayor información del mundo que nos rodea. Tristemente, vivimos tiempos de violencia, que no son nuevos, que vienen desde tiempos inmemoriales, pero la verdad es que nos hacemos cómplices, colaboradores en tanto y en cuanto brindamos nuestra distracción, nuestra poca atención para que estos actos violentos nos alcancen.

Atención Plena, Ser y estar, despiertos en el segundo a segundo, en el minuto a minuto, nos brindará una herramienta para mitigar las posibilidades de convertirnos en victimas.

Como todo, no es una panacea, pero por algo podemos empezar.

Así que , como dicen, PONTE LAS PILAS Y #APAGAELAUTOMÁTICO

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