Calmada la caminata me llevó al bosque. Muy húmedo, el sol no pasa el follaje, la quebrada exhibe un hilo de agua.
Comienzo a sacar todo y ha instalar la línea. Hoy lo hice bastante rápido.
Entro en una habitación, estoy solo en ella.
Me cambio los zapatos, me siento un rato y comienzo a practicar la respiración yóguica llamada Nadi Shodana. Unos minutos respirando y me siento calmado, me ato a leach (línea de vida) y aparecen, súbitamente para darme la bienvenida, dos “Maestros”: El primero me muestra mis dudas, mis temores, me invita a abandonar. Este “Maestro”, me hace pensar, por algunos segundos que parecen horas, ¿Por qué estoy acá?, ¿Por qué no me fui al parque?, me pregunta ¿no me conoces?, soy tu Yo Onírico, ese que muchas veces te hace la vida miserable, que te mantiene en zona segura, que alimenta tu ego.
A su lado, callado, se encuentra otro “Maestro”. Este deja que el primero hable. Me siento en la línea y entonces el toma la palabra: me dice, si quieres ven conmigo, yo te guío, no hagas caso al que nos acompaña, el solo persigue tu castración. Si quieres ven conmigo, conéctate conmigo, ¿no me conoces?, soy tu Yo Superior.
Respiro, enfoco mi atención, y me monto en la línea con una respiración calmada. Le doy la mano a este “Maestro” y el me guía seguro al otro lado de la línea.
Cuando llego al otro extremo, y volteo, el otro “maestro” no está, ha desaparecido como si fuera una ilusión.
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