lunes, 3 de octubre de 2011

LA INICIACIÓN




En todas las sociedades tradicionales se descubre la existencia de ritos de iniciación, desde el Oriente milenario hasta la América precolombina, pasando por África y Europa.

Si actualmente esta palabra significa "informar a un individuo sobre una ciencia, un arte o una profesión", originalmente designaba el "conjunto de ceremonias por las cuales se admitía al individuo al conocimiento de ciertos misterios"

"La iniciación aparece siempre como un proceso destinado a conseguir psicológicamente el paso de un estado, considerado inferior, a un estado superior", dice Serge Hutin.


En la Antigüedad oriental y greco-romana, la iniciación de tipo religioso era la más extendida, pues permitía el acceso a las fraternidades religiosas y a los cultos de los Misterios; pero algunos indicios prueban la existencia de la iniciación tribal tanto en India como en el mundo greco-romano.

Van Gennep define la iniciación como "un rito de paso" en el interior de un conjunto organizado, que comprendía igualmente los ritos de nacimiento y de muerte.

MUERTE E INICIACIÓN

Mircea Eliade define la iniciación como "una mutación ontológica del régimen existencial. Al finalizar las pruebas, el neófito se ha transformado en otro". Y agrega: "La iniciación constituye el fenómeno espiritual más significativo de la historia de la humanidad". En efecto, tiende a comprometer la vida total del individuo, transformándolo en un ser abierto al espíritu.

La muerte es un momento esencial y los valores "muerte" e "iniciación" son intercambiables. En griego, existe un juego de palabras entre teleisthai (iniciación) y teleuton (muerte). "La muerte física termina por ser concebida como un rito de paso a una condición superior. La muerte iniciática es la condición sine qua non de toda generación espiritual. Así, el templo del hombre es su cuerpo, similar a una puerta que oculta detrás de su aspecto material otras puertas, sus componentes numéricos.

Para el pensamiento egipcio, en el momento de la muerte es donde el hombre afronta la realidad inexorable: está solo frente a sus actos y a sus jueces, y es él quien debe iniciar la transmutación que hará de su alma luminosa un sol naciente.

Pues si la iniciación es un rito de tránsito y una posibilidad de configurar el futuro, la muerte es el último de estos ritos: aquél frente al cual ningún ser humano puede retroceder. "En el escenario de los ritos iniciáticos -escribe M. Eliade-, la 'muerte' corresponde al retorno temporal al 'caos'; es la expresión ejemplar del fin de un modo de ser: el de la ignorancia y la irresponsabilidad infantil. La muerte iniciática hace posible la tabula rasa sobre la que vendrán a inscribirse las revelaciones sucesivas, destinadas a formar un hombre nuevo (...)

La Iniciación antigua se basaba en una concepción global del hombre, cuerpo, alma y espíritu, y la Iniciación era un adiestramiento gradual de todo el Ser Humano hacia las cimas del Espíritu desde donde es posible dominar la vida.

Los sabios decían: Para alcanzar la maestría, el hombre tiene necesidad de una transformación total de su físico, moral e intelectual. Esa modificación sólo es posible por el ejercicio simultáneo de la Voluntad, de la Intuición y del razonamiento. El alma posee sentidos que están dormidos, la Iniciación los despierta. La Doctrina Egipcia tiene una concepción septenaria del Hombre.

Las Sociedades Iniciáticas, como la Masonería, el Rosacrucismo y el Gnosticismo Universal, en la Ceremonia de acceso al grado de Aprendiz o miembro de Segunda Cámara, someten al candidato a cuatro viajes llamados Iniciáticos. El primero comporta la prueba de Tierra, el segundo la prueba de Aire, el tercero la prueba de Agua y el cuarto la prueba del Fuego. Se trata de enseñar al candidato a dominar las trampas del mundo material; de instruirlo sobre la utilización de la fuerza del Pensamiento; de enseñarle después a dominar las pasiones y finalmente conectarlo con su Ser divino, poniéndolo al Servicio de su Padre Interno. Pero esos viajes, realizados mediante un ceremonial muy sugerente, no son más que una escenificación. En ellos el candidato no aprenderá nada, a menos que comprenda en profundidad que aquella ceremonia externa debe ser vivida en su interior, aprendiendo realmente a dominar las fuerzas morales, las emotivas, las intelectuales y las materiales, convirtiéndose en experto en cuestiones del alma. Son unos viajes simbólicos que todos deberemos un día llevar a cabo, ya que la conquista de la Sabiduría es una tarea común a todos. Quienes los realizan en su aspecto simbólico atestiguan de su afán de quemar etapas, anticipándose a etapas evolutivas futuras.

La Sabiduría sólo se adquiere a base de trabajos internos a lo largo de nuestra vida y de varias existencias.

Sin embargo, todo el ritual iniciático, aún conservando sus aspectos conceptuales han variado en su forma operativa. Algunas de las pruebas exigidas a los que optaban por la iniciación ya no se realizan por considerarlas fuera de contexto.

En una opinión muy personal, creo que esta variación, aún no siendo de reciente data, generó un aspecto no tan favorable ya que  los ritos iniciáticos quedaron desprovistos de una herramienta fundamental y permanecen con el predomino del aspecto conceptual siendo la dramatización lo que sustituyó a aquellas pruebas en la que fallar significaba no iniciase y algunas cosas e mayor gravedad.

Sin embargo, aceptando estas variaciones, considero que el proceso iniciático no es un ritual de un solo momento. Para el iniciado, el concepto de renovación, de impermanencia sigue estando presente y durante su vida, aún habiéndose iniciado, tendrá que pasar por innumerables etapas de muerte y renacimiento a fin de mantenerse a tono con el cambio..

Krishnamurti: “Uno no puede llegar a él total, completamente, a menos que haya un morir para el pasado, un morir para toda la lucha, el conflicto y el sufrimiento.”.

Un morir y un renacer constante.

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